domingo, 25 de noviembre de 2012

Nuevos datos empíricos confirman síntomas de autismo infantil relacionados con la exposición al acetaminofeno y al aluminio presente en algunas vacunas

El autismo es una condición que se caracteriza por deterioro de las habilidades cognitivas y sociales, asociadas a un compromiso de la función inmune. La incidencia es alarmantemente y va en aumento, y los factores ambientales son cada vez más sospechosos de jugar un papel importante.
El autismo ha aumentado de manera constante desde finales del pasado siglo, durante un período en que el mercurio se está eliminando de forma gradual, mientras que la carga de aluminio adyuvante ha ido incrementándose. En el estudio de EE.UU se identifica varios signos y síntomas que son significativamente más prevalentes en los informes tras de las vacunaciones después del 2000, incluye celulitis, convulsiones, depresión, fatiga, dolor y muerte, y que también se asocia significativamente con vacunas que contienen aluminio.
El estudio propone que los niños con diagnóstico de autismo son especialmente vulnerables a los metales tóxicos como el aluminio y el mercurio debido a insuficiente sulfato sérico y glutación. Parece existir una fuerte correlación entre el autismo y la vacuna triple vírica (sarampión, paperas, rubeola) se observa también, lo que, en parte puede explicarse, por un aumento de la sensibilidad al paracetamol administrado para controlar la fiebre.
Dejamos aquí el estudio para aquellos que deseen profundizar sobre la materia. Realmente lo que se cuestionan no son las vacunas, sino los denominados componentes coadyuvantes o aditivos que son accesorios de la propiedad principal de la vacunación. La cuestión de base reviste especial interés en el marco de la Responsabilidad Social Corporativa, ya que los efectos secundarios, podrían ser evitados utilizando otro tipo de excipientes inocuos para las funciones de los receptores AMPA y NMDA.