¿Sabías que la piel es un órgano y absorbe todo lo que le echamos encima? Si sabes de los daños que causan los shampoos convencionales y todavía no encontraste algo natural, aquí les doy la receta comprobada. Borax diluido en agua sirve como shampoo. No se espuma, pero retira el sudor y la suciedad sin alterar el color de su cabello y no saca las grasas naturales. Inhibe la bacteria del cuero cabelludo y para con picazón y caspa. El cabello se convierte en brillante y pronto se acostumbrará al lavado sin espuma. Enjuaga el cabello muy bien y luego agrega 1/4 de cucharadita de ácido cítrico a medio litro de agua. Para un cabello largo usa doble de cantidad. Esto es el último enjuague para que
salga todo el borax del cabello y aparte es un enjuague antibacterial.
extracto del libro: The Cure for all Diseases (Hulda Regehr Clark, Ph.D., N.D.)
pd. Borax y ácido cítrico pueden comprar a muy buen precio y por kg en la
tienda de Química Delta en Arequipa.
viernes, 26 de diciembre de 2014
martes, 10 de junio de 2014
Los lazos de sangre en el lenguaje arquetípico
Arquetípicamente la sangre es la familia y transporta la vida y la nutrición.
Los lazos de sangre nos hablan de una unión energética y vital y algo sangrante nos habla de una pérdida evidente de energías.
Los arquetipos similares cumplen una misma función básica a cualquier nivel, ya sea a nivel físico, mental, emocional o espiritual, y, por lo tanto, para el inconsciente, son lo mismo.
El arquetipo es utilizado en el lenguaje onírico. Es la manera en que nuestra alma, inconsciente, superyó o ser superior, según autores, se comunica con nosotros a un nivel externo del observador (internamente son las emociones).
Siempre tenemos una misma relación básica con aquello que supone un mismo arquetipo. Por ejemplo, nos alimentamos de la misma manera a nivel físico (sea comida o dinero/abundancia) que emocional ( nuestras relaciones familiares e íntimas), repitiendo patrones inconscientes, normalmente familiares, pero, también culturales o sociales.
Fuente de vida y de energía, la sangre simboliza la unión de la madre (agua) con el padre (aire) a través de la hemoglobina, que capta el aire, el oxígeno (arquetípicamente la vida) para nosotros.
La unión del padre, oxígeno, y, el agua (madre), crea la vida.
Así, sabemos, que para que un planeta tenga una vida prominente y evolucionada (algunos organismos simples viven en otros medios) debe cumplir dos condiciones. Que tenga agua y oxígeno ¿casualidad?
Para mi inconsciente, a modo de ejemplo, un derrame en la cabeza simboliza que un problema familiar (sangre) es un conflicto a nivel mental, y, será para mí tan grave como lo haya sido simbólicamente el derrame o bloqueo sanguíneo (ictus).
El mensaje tiene que ver con una réplica en nuestro cuerpo físico de lo que está pasando a otros niveles, es decir, una imagen de cómo nos vemos a nosotros mismos en nuestro trauma-ilusión. Cómo nos hemos separado y hasta qué nivel de lo que realmente es, para nosotros, es decir, de lo que sentimos, o, lo que es lo mismo, de lo que deseamos que sea y necesitamos expresar para ser más felices.
Esta separación produce dolor.
El paso de cambiar la perspectiva dolorosa racional (lo que creemos que debemos hacer) a lo que realmente sentimos que es, es el paso que nos conducirá a la sanación de la enfermedad.
La sangre es el medio por el que recibimos la fuente de la vida y los conflictos o distintas afecciones que relacionamos con ella son el simbolismo de cómo nos nutrimos básicamente, de cómo nos relacionamos con la misma vida.
Así, simbólicamente, una circulación lenta en las piernas denota que no damos “vida, energía, impulso” a lo que deseamos. Actuamos más por razón que por emoción y esa falta de coherencia es la que transmite la enfermedad.
Las piernas nos une a la Madre, a la Tierra, a Gaia, a nuestras emociones más profundas.
En el corazón los ventrículos son la parte masculina: expulsa, y las aurículas son la parte femenina, recibe.
Padre- Madre, energía yan, de impulso y yin, de recepción, marcan que nuestro ser recibe y acoge lo que ocurre aparentemente fuera como lo que desea recibir. Uno es espejo del otro siempre.
En el simbolismo arquetípico de la sangre, siguiendo con los medios que ésta utiliza para llegar a todo nuestros órganos, las arterias son masculinas, llevando la sangre yang, llena de oxígeno, de vida, y las venas son femeninas, recogiendo los deshechos de la vida, recibiendo de la vida, permitiendo que ésta se exprese. Una sin la otra no pueden existir. Padre y Madre se proyectan, se nutren el uno al otro y se complementan.
El corazón es nuestro Hogar, junto con el útero, nuestra primera casa.
Así, un infarto simboliza un trauma relacionado con nuestro simbólico Hogar, es decir, con nuestro Territorio simbólico.
¿Qué territorio simbólico ha perdido aquel que ha sufrido un infarto?
Autora: Maria Ángeles García Cuenca.
BioTMR.com
Los lazos de sangre nos hablan de una unión energética y vital y algo sangrante nos habla de una pérdida evidente de energías.
Los arquetipos similares cumplen una misma función básica a cualquier nivel, ya sea a nivel físico, mental, emocional o espiritual, y, por lo tanto, para el inconsciente, son lo mismo.
El arquetipo es utilizado en el lenguaje onírico. Es la manera en que nuestra alma, inconsciente, superyó o ser superior, según autores, se comunica con nosotros a un nivel externo del observador (internamente son las emociones).
Siempre tenemos una misma relación básica con aquello que supone un mismo arquetipo. Por ejemplo, nos alimentamos de la misma manera a nivel físico (sea comida o dinero/abundancia) que emocional ( nuestras relaciones familiares e íntimas), repitiendo patrones inconscientes, normalmente familiares, pero, también culturales o sociales.
Fuente de vida y de energía, la sangre simboliza la unión de la madre (agua) con el padre (aire) a través de la hemoglobina, que capta el aire, el oxígeno (arquetípicamente la vida) para nosotros.
La unión del padre, oxígeno, y, el agua (madre), crea la vida.
Así, sabemos, que para que un planeta tenga una vida prominente y evolucionada (algunos organismos simples viven en otros medios) debe cumplir dos condiciones. Que tenga agua y oxígeno ¿casualidad?
Para mi inconsciente, a modo de ejemplo, un derrame en la cabeza simboliza que un problema familiar (sangre) es un conflicto a nivel mental, y, será para mí tan grave como lo haya sido simbólicamente el derrame o bloqueo sanguíneo (ictus).
El mensaje tiene que ver con una réplica en nuestro cuerpo físico de lo que está pasando a otros niveles, es decir, una imagen de cómo nos vemos a nosotros mismos en nuestro trauma-ilusión. Cómo nos hemos separado y hasta qué nivel de lo que realmente es, para nosotros, es decir, de lo que sentimos, o, lo que es lo mismo, de lo que deseamos que sea y necesitamos expresar para ser más felices.
Esta separación produce dolor.
El paso de cambiar la perspectiva dolorosa racional (lo que creemos que debemos hacer) a lo que realmente sentimos que es, es el paso que nos conducirá a la sanación de la enfermedad.
La sangre es el medio por el que recibimos la fuente de la vida y los conflictos o distintas afecciones que relacionamos con ella son el simbolismo de cómo nos nutrimos básicamente, de cómo nos relacionamos con la misma vida.
Así, simbólicamente, una circulación lenta en las piernas denota que no damos “vida, energía, impulso” a lo que deseamos. Actuamos más por razón que por emoción y esa falta de coherencia es la que transmite la enfermedad.
Las piernas nos une a la Madre, a la Tierra, a Gaia, a nuestras emociones más profundas.
En el corazón los ventrículos son la parte masculina: expulsa, y las aurículas son la parte femenina, recibe.
Padre- Madre, energía yan, de impulso y yin, de recepción, marcan que nuestro ser recibe y acoge lo que ocurre aparentemente fuera como lo que desea recibir. Uno es espejo del otro siempre.
En el simbolismo arquetípico de la sangre, siguiendo con los medios que ésta utiliza para llegar a todo nuestros órganos, las arterias son masculinas, llevando la sangre yang, llena de oxígeno, de vida, y las venas son femeninas, recogiendo los deshechos de la vida, recibiendo de la vida, permitiendo que ésta se exprese. Una sin la otra no pueden existir. Padre y Madre se proyectan, se nutren el uno al otro y se complementan.
El corazón es nuestro Hogar, junto con el útero, nuestra primera casa.
Así, un infarto simboliza un trauma relacionado con nuestro simbólico Hogar, es decir, con nuestro Territorio simbólico.
¿Qué territorio simbólico ha perdido aquel que ha sufrido un infarto?
Autora: Maria Ángeles García Cuenca.
BioTMR.com
martes, 6 de mayo de 2014
jueves, 23 de enero de 2014
¿Qué contienen realmente los suplementos vitamínicos?
El negocio de los suplementos
alimenticios equivale a ganancias mayores a 5 mil millones de dólares al
año, pero su regulación pasa por encima de las leyes que rigen a la
industria farmacéutica. Una nueva investigación publicada en The New York Times,
sin embargo, reveló que las sustancias que se venden con diferentes
fines raramente contienen la hierba o ingrediente que afirman tener en
su publicidad.
Utilizando una prueba de ADN, un grupo
de investigadores canadienses realizó el mapeo de los ingredientes de 44
populares suplementos alimenticios disponibles hoy en día, propiedad de
12 grandes compañías, y lo que encontraron –en lugar de equinacea o
gingko biloba– fueron sustitutos baratos, como soya, trigo o arroz. En
un tercio de las píldoras no encontraron ni siquiera restos de las
supuestas plantas que decían contener.
El estudio fue dirigido por Steven G.
Newmaster, profesor de biología y director de botánica en el Instituto
de Biodiversidad de Ontario, en la Universidad de Guelph. Lo más
preocupante para Newmaster fue el hecho de que estas compañías no sólo
engañen a sus consumidores, sino de que las sustancias con las que
fabrican los suplementos alimenticios pudieran ser incluso venenosas
para algunas personas.
Así, en las pastillas de equinacea se encontraron restos de Parthenium hysterophorus,
una planta nativa de India y Australia que está ligada a salpullidos,
náuseas y flatulencias; y en las famosas pastillas de “Hierba de San
Juan” no se encontró ni siquiera rastro de esta planta: las pastillas de
una botella estaban hechas de arroz, y las de otra contenían senna de
Alejandría, un poderoso laxante también utilizado popularmente, pero con
otros fines, por la herbolaria. El hallazgo más peligroso fue que en
una botella de gingko biloba se encontraron restos de nogal negra, una
especie de nuez que puede ser potencialmente mortal si es consumida por
personas con alergia a las nueces.
Con todo, un representante de la
industria herbolaria dijo que, aunque los errores de etiquetado son una
preocupación para ellos, la gravedad de las acusaciones de este informe
es exagerada (el informe fue publicado en la revista BMC Medicine).
Esta investigación buscará que las regulaciones sanitarias aplicables a
la industria farmacéutica sean también obligatorias para la industria
herbolaria, que con el pretexto de curas milagrosas y dudosos beneficios
a la salud (¿no será más bien el efecto placebo lo que funciona?) puede
poner en peligro a los consumidores, quienes no tienen idea de lo que
contienen estas populares pastillas.
La gran fantasía de la comida “orgánica” (el mejor negocio de las mega-corporaciones)
La etiqueta de “orgánico” en un
producto, especialmente un alimento, se ha convertido en una fórmula
mágica que nos hace sentirnos bien al tiempo que gastamos dinero extra
para obtener un bienestar prometido. Sin embargo esta industria, la de
la comida orgánica, al menos en su versión de supermercado, se ha
convertido en una enorme fantasía cooptada por las grandes corporaciones
de las cuales supuestamente huyen las personas que compran productos
orgánicos.
En una lógica perversa el negocio parece
ser redondo. Primero grandes corporaciones, del llamado Big Food,
llenan los alimentos de aditivos, conservadores y demás “químicos” que
contaminan la salud de los consumidores; se crea un movimiento de
conciencia en torno a estos alimentos y se genera una industria que
busca salvaguardar el bienestar del consumidor produciendo alimentos a
la vieja usanza, manteniendo un estándar de calidad. Se populariza el
término orgánico, un tanto difuso, para significar aquellos productos
que no involucran métodos de producción moderna tipificados en el uso de
pesticidas, fertilizantes químicos y modificación genética–en general
que no dañan a los animales y al entorno en el que lo producen. Una
especie de purismo ideológico que alimenta. Los químicos son los enemigos –aunque por supuesto todo organismo es químico naturalmente.
Buscar alimentarse sanamente y romper
con la cadena alimenticia que controlan las grandes corporaciones,
regresar a los pequeños productores y otorgarle ese valioso coeficiente,
perdido en el proceso industrial, de hacer los alimentos con una
intención de nutrir (“hecho con amor” es el slogán favorito), parece
algo no solamente positivo sino incluso parte de la evolución humana.
Sin embargo, ya sea por los invasivos y malignos tentáculos de las
grandes corporaciones o por la ingenuidad del consumidor que lo que
compra generalmente son ilusiones que satisfacen su producción de
dopamina y reafirman cómodamente lo que quiere que sea la realidad, en
muchos casos esta moda de alimentarnos de productos orgánicos no es más
que un plácido y frívolo (aunque sea bienintencionado) autoengaño. Y
ahora son las mismas compañías, que producen o producían alimentos
casi venenosos, las que promueven los alimentos orgánicos, enarbolando
un nuevo mito de comunión edénica a partir del poder inmaculado de la
comida no alterada por los procesos industriales de la modernidad: un
regreso a natura.
10 cosas que la industria de los alimentos procesados no quiere que sepas
1. Son adictivos y pueden provocar que comas de más
[Lo que también podríamos llamar el
efecto glutamato monosódico].
2. Están vinculados a la obesidad
9. Los alimentos procesados pueden incrementar tu riesgo a la infertilidad y la malnutrición
Caperucita Roja y otras historias de terror y hambre: el pasado histórico de los cuentos “infantiles”
Todos crecimos escuchando, leyendo o viendo en pantalla cuentos infantiles: Cenicienta,
Caperucita Roja, El Gato con Botas, Pulgarcito, Blancanieves, Barba
Azul, Las habichuelas mágicas, Jack el Cazagigantes, Rapunzel, Hansel y
Gretel. Esas historias con final feliz tienen también un origen y un
pasado, un contexto en el cual tenían otro sentido para quienes los
narraban y aquellos que los escuchaban: los campesinos analfabetas y
paupérrimos de Francia, principalmente.
La historia no es sólo una serie de
sucesos políticos, de grandes acontecimientos o de hazañas épicas. Es
posible adentrarse en otros aspectos profundos de la historia, lejos de
las intrigas palaciegas y las decisiones de Estado, en las cuales
evidentemente la “gente común” no participaba. ¿Cómo entonces, penetrar
en la mente colectiva de esas personas, sin rostro, sin nombre, que
habitaron hace siglos y que no dejaron un testimonio de su puño y letra?
¿Cómo conocer los códigos, valores y símbolos de una época? Eso no es
posible descubrirlo en los tratados de paz, ni en las declaraciones de
guerra, de independencia o en las constituciones.
Los cuentos “infantiles” que han llegado
a nuestros días han pasado por filtros, modificaciones y “maquillajes”
para adaptarlos al gusto de distintas épocas, como lo hicieron en su
tiempo Charles Perrault, los hermanos Grimm y Walt Disney.
En efecto, los cuentos son documentos
históricos. Han evolucionado durante muchos siglos y se han modificado
en distintos contextos culturales. Tomemos como ejemplo una versión que
antecede al cuento de Caperucita Roja no apta para niños hoy en día:
Una chiquilla es enviada por su madre
para llevar a su abuela pan y leche, el lobo la intercepta en el camino,
averigua su destino y llega antes que la niña, se disfraza y se mete a
la cama de la abuelita. Hasta ahí la historia no ofrece nada peculiar en
contraste con la versión que conocemos. Acá viene la diferencia: el
lobo mata a la abuelita, pone su sangre en una botella, rebana la carne,
la acomoda en un platón y se la da a comer a la niña para después hacer
que se desnude y finalmente, comérsela. No diríamos que es un cuento
para niños. Tan sólo en Francia, se han rastreado aproximadamente 35
versiones del cuento de esta niña, en algunas aparece la caperuza, en
más de la mitad de esas versiones es devorada por el lobo y en algunas
más logra escapar mediante alguna artimaña.
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