viernes, 20 de marzo de 2015

Geobiologia: los lugares de poder

por Javier Petralanda

Quizá uno de los mayores errores que ha cometido el ser humano de nuestro tiempo es pensar que somos individuos des-vinculados de una Naturaleza a la que podemos agredir y expoliar sin ningún tipo de miramientos. A pesar de todas las catástrofes medioambientales habidas no nos hemos dado cuenta aún, que la Madre Tierra reacciona siempre con tremenda indignación cuando tratamos de arrancarle por la fuerza sus secretos. Sin embargo, las tradiciones culturales que nos han legado la inmensa mayoría de los pueblos antiguos nos enseñan que la apertura de corazón, la veneración el respeto, la empatía del sentir son las claves que propician que nuestra Madre se manifieste en su intimidad y se comporte como compañera y cómplice de nuestro propio proceso evolutivo.
La Geobiología que estudia las relaciones existentes entre la Tierra y los procesos biológicos que afectan a todos los organismos vivientes participa de esta visión, sutil si se quiere, pero la única que garantiza la correcta integración del ser humano en el medio.
En la Naturaleza no existen lugares buenos y lugares malos como se acostumbra a decir, en todo caso, se trata de lugares adecuados e inadecuados. Cualquier punto por patógeno que sea, puede, según las circunstancias ayudar a re-encontrar el equilibrio perdido. Esos lugares que precisamente, propician el encuentro con uno mismo desde parámetros de equilibrio físico y psíquico y a través del mismo estimulan también fenómenos de expansión de conciencia que permiten una aproximación más abarcante y profunda de la realidad, son los llamados lugares de poder. Los hay por todas partes en casa, en la calle, en las construcciones sagradas, en plena Naturaleza etc.
Nuestra casa en general debiera ser un verdadero lugar de poder y el dormitorio su Santa Santorun. Aquí descansamos, nos amamos y frecuentemente es lo último que divisamos antes de cruzar definitivamente el umbral. Debemos poner mucha atención a nuestra casa al igual que debemos de poner mucha atención a nosotros mismos. Al fin y al cabo, la casa no es otra cosa que una proyección de nuestro ser.
Dejadme que os de algún consejo. Si os levantáis frecuentemente con la sensación de no haber descansado, si tenéis periodos de insomnio, si a menudo percibís cambios de humor al despertaros o bien os duele la espalda o la cabeza, si estos síntomas desaparecen cuando pernoctáis en otra casa… puede que la vuestra y sobre todo vuestro dormitorio necesiten algún cambio. Entonces, escribid claramente lo que deseáis conseguir y relajaos. Con esta actitud de búsqueda pasead despacio, muy despacio por la casa. Olvidaos de la razón y haced caso a lo que indique vuestro corazón, y dejaos llevar. Comprobareis que las estancias hablan, que los muebles solicitan una nueva ubicación o que los objetos reclaman su espacio. Os están dirigiendo hacia vuestro lugar de poder, no lo dudéis. Si los acontecimientos os sobrepasan y dudáis, entonces, acudid donde alguien que os oriente en la búsqueda.
Hoy más que nunca es necesario pensar con el corazón y no con la cabeza tal y como lo dirían los sabios del pueblo Siux-Lakota. Es la única manera de encontrar en medio de tantos cantos de sirena, el lugar de poder al que hemos sido llamados a ocupar en nuestro actual peregrinaje existencial.
 
http://www.absolum.org/eco_geobiologia.htm

Simplemente agua

Esa que simplemente es agua y que parece lo mas normal del mundo, esa que todo el mundo conoce como una molécula tan simple como H 2 O, esa que tenemos en nuestras casas, esa que es como omnipresente, esa, es la gran desconocida y la cenicienta de nuestra casa y de nuestro planeta.
El ser humano, el mayor depredador del mundo, se encuentra ante el agua y comienza a descubrir la gran dependencia que de ella tiene, que la ha estado utilizando como estercolero y depuradora de todas sus inmundicias, que la ha pretendido transformar, manipular, poseer, y manejar sin darse cuenta de que es un ser vivo, su más preciado bien, la base primordial de su existencia, y fundamental para su supervivencia. Después de haberla ensuciado hasta casi la saturación, empieza a surgir la necesidad de   ocuparse de ella, cuidarla, mimarla y respetarla   y si me apuran un poco, hasta pedirle perdón, lo cual, seria un buen ejercicio de humildad ya que sin ella no somos nada, perderíamos como mínimo el 70% de nuestro organismo.
De la conciencia que tenían nuestros antepasados sobre el agua poco queda. Aquella parte reverencial, mística, respetuosa y limpiadora de cuerpo y alma ha quedado todo reducido a un simple H 2 O, la formula química más conocida del mundo.
Pero tenemos que empezar a darnos cuenta de que la relación que mantenemos con Ella, no solamente es personal, es " trascendental ".   De Ella depende la vida en el planeta.   El ciclo circulatorio-sanador-vivificador que realiza en este planeta lo hemos interferido y hoy, los ríos, lagos, pantanos, aguas subterráneas, lluvias y mares están envenenados, sin darnos cuenta de que este elemento es la condición previa para cualquier forma de vida. Es la sustancia más importante no solo cuantitativamente sino cualitativamente. Es la sangre de un ser vivo (Gaia) que si enferma, lo harán también todos los seres vivos que hay en este planeta.
Acerquémonos a Ella para contemplarla e indagar en algunas de sus múltiples facetas, como si nos acercásemos a nosotros mismos, pues es parte fundamental de lo que somos y donde nos movemos.
La podemos contemplar desde tantos aspectos diferentes como la misma vida, ya que es vida líquida, es el aire para los peces y para nosotros la vida. Acerquémonos a ella y mirémosla de una forma ordenada, pero ya que tiene tanta afinidad con nuestro ser, o mejor dicho, somos tan afines a Ella que haremos el intento de estudiarla bajo la idea de un ser vivo que tuviese un cuerpo físico o denso, un cuerpo energético o pránico, uno emocional, el mental y si alcanzamos, hasta uno búdico que seria el más cercano y reflejo de la divinidad o energía primigenia. Acerquémonos a sus estructuras biológicas culturales y espirituales, o al aspecto ecológico, económico, político, global o metafísico. 

lunes, 16 de marzo de 2015

Declaración sobre el llanto de los bebés

Cuando un recién nacido aprende en una sala de nido que es inútil gritar...  está sufriendo su primera experiencia de sumisión.
Michel Odent
Hombres y mujeres, científicas y profesionales que trabajamos en distintos campos de la vida y del conocimiento, madres y padres preocupados por el mundo en el que nuestros hijos e hijas van a crecer, hemos creído necesario hacer la siguiente declaración:
Es cierto que es frecuente que los bebés de nuestra sociedad Occidental lloren, pero no es cierto que 'sea normal'. Los bebés lloran siempre por algo que les produce malestar: sueño, miedo, hambre, o el más frecuente, y que suele ser causa de los anteriores, la falta del contacto físico con su madre u otras personas del entorno afectivo.
El llanto es el único mecanismo que los bebés tienen para hacernos llegar su sensación de malestar, sea cual sea la razón del mismo; en sus expectativas, en su continuum filogenético no está previsto que ese llanto no sea atendido, pues no tienen otro medio de avisar sobre el malestar que sienten ni pueden por sí mismos tomar las medidas para solventarlo.
El cuerpo del bebé recién nacido está diseñado para tener en el regazo materno todo cuanto necesita, para sobrevivir y para sentirse bien: alimento, calor, apego; por esta razón no tiene noción de la espera, ya que estando en el lugar que le corresponde, tiene a su alcance todo cuanto necesita; el bebé criado en el cuerpo a cuerpo con la madre desconoce la sensación de necesidad, de hambre, de frío, de soledad, y no llora nunca. Como dice la norteamericana Jean Liedloff, en su obra The Continuum Concept, el lugar del bebé no es la cuna ni la sillita ni el cochecito, sino el regazo humano. Esto es cierto durante el primer año de vida; y los dos primeros meses de forma casi exclusiva (por eso la antigua famosa 'cuarentena' de las recién paridas); luego, los regazos de otros cuerpos del entorno pueden ser sustitutivos algunos ratos. El propio desarrollo del bebé indica el fin del periodo simbiótico: cuando se termina la osificación y el bebé empieza a andar: entonces empieza poco a poco a hacerse autónomo y a deshacerse el estado simbiótico.
La verdad es obvia, sencilla y evidente.
 continúa...