jueves, 27 de agosto de 2015

DIENTE DE LEON



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¿Quién no lo conoce? Pero ¿sabias qué es un súper alimento? Ahora es el mejor tiempo, antes que florezca en primavera, para recoger sus tiernas hojas. De repente lo tienes en tu jardín y lo estás botando como hierba mala.

Primero veamos sus componentes activos:
-          hidratos de carbono: inulina, helenina, arabinosa, levulina, sacarosa, mucilagos
-          vitaminas: del grupo B (especialmente ácido fólico), C, colina, alto contenido de betacarotenos en las hojas (supera a las zanahorias)
-          minerales: alto contenido de potasio (4,5% en hojas)
-          alcaloides: taxarina
-          principios amargos: taraxecina y taraxacerina
-          ácidos: cafeto, cloregénico, asparagínico, linoleico, linolénico, oleico
-          flavonoides: luteolina

Uso de las hojas:
Las hojas tiernas sin flor se recolectan en primavera. Se comen crudas en ensaladas y tienen un sabor más bien amargo. Combinan  bien con papa cocida en rodajas, huevo cocido o trozos de tocino frito. Se adereza con aceite prensado en frío y vinagre de manzana con sal y pimienta.

Propiedades medicinales:
-          hepático: muy buen estimulante de la función hepática y biliar, útil en los casos en que se presente hepatitis o cirrosis. Por sus propiedades depurativas y hepatoprotectivas, puede utilizarse para depurar la sangre de toxinas y proteger el hígado de una posible degeneración causada por intoxicación alimentaría o intoxicación química (decocción de 100g de raíces en un litro y medio de agua. Tomar tres tazas al día.)
-          diurético: es una de las plantas que más estimula la producción de orina. Contiene altas dosis de sales de potasio lo que lo convierte en un diurético fuerte. Por eso es muy adecuado de casos en que hay que eliminar tanto agua (retención de líquidos, edemas) como toxinas (obesidad).
-          colesterol: ideal para aquellos que necesitan eliminar residuos y toxinas de la sangre – colesterol, ácido úrico, diabetes, urticaria, mala circulación, reuma, …, y favorecer la expulsión de las piedras del riñón.
-          aperitiva: sus principios amargos estimulan las funciones de los órganos digestivos
-          anemia: siendo la planta que contiene en sus hojas más hierro, puede ser utilizada para aumentar los niveles de hierro en el cuerpo. También colabora contra anemia aportando altas dosis de ácido fólico, una vitamina necesaria, junto con el hierro, para fabricar células sanguíneas.
-          estreñimiento: es un laxante suave debido a su contenido en fibra y a sus principios medicinales que estimulan los movimientos de los intestinos
-          problemas de visión: por su contenido en helenina y en vitamina A, estimula la captación de luz, siendo interesante en el tratamiento de la ceguera nocturna, cataratas y glaucoma

domingo, 23 de agosto de 2015

La domesticación y el sueño del planeta

por Miguel Ruiz
extraido de Los Cuatro Acuerdos
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Lo que ves y escuchas ahora mismo no es más que un sueño. En este mismo momento estás soñando.

Sueñas con el cerebro despierto.
Soñar es la función principal de la mente, y la mente sueña veinticuatro horas al día. Sueña cuando el cerebro está despierto y también cuando está dormido. La diferencia estriba en que, cuando el cerebro está despierto, hay un marco material que nos hace percibir las cosas de una forma lineal. Cuando dormimos no tenemos ese marco, y el sueño tiende a cambiar constantemente.
Los seres humanos soñamos todo el tiempo. Antes de que naciésemos, aquellos que nos precedieron crearon un enorme sueño externo que llamaremos el sueño de la sociedad o el sueño del planeta. El sueño del planeta es el sueño colectivo hecho de miles de millones de sueños más pequeños, de sueños personales que, unidos, crean un sueño de una familia, un sueño de una comunidad, un sueño de una ciudad, un sueño de un país, y finalmente, un sueño de toda la humanidad. El sueño del planeta incluye todas las reglas de la sociedad, sus creencias, sus leyes, sus religiones, sus diferentes culturas y maneras de ser, sus gobiernos, sus escuelas, sus acontecimientos sociales y sus celebraciones. Nacemos con la capacidad de aprender a soñar, y los seres humanos que nos preceden nos enseñan a soñar de la forma en que lo hace la sociedad. El sueño externo tiene tantas reglas que, cuando nace un niño, captamos su atención para introducir estas reglas en su mente. El sueño externo utiliza a mamá y papá, la escuela y la religión para enseñarnos a soñar. La atención es la capacidad que tenemos de discernir y centrarnos en aquello que queremos percibir. Percibimos millones de cosas simultáneamente, pero utilizamos nuestra atención para retener en el primer plano de nuestra mente lo que nos interesa. Los adultos que nos rodeaban captaron nuestra atención y, por medio de la repetición, introdujeron información en nuestra mente. Así es como aprendimos todo lo que sabemos. Utilizando nuestra atención aprendimos una realidad completa, un sueño completo. Aprendimos cómo comportarnos en sociedad: qué creer y qué no creer; qué es aceptable y qué no lo es; qué es bueno y qué es malo; qué es bello y qué es feo; qué es correcto y qué es incorrecto. Ya estaba todo allí: todo el conocimiento, todos los conceptos y todas las reglas sobre la manera de comportarse en el mundo. Cuando íbamos al colegio, nos sentábamos en una silla pequeña y prestábamos atención a lo que el maestro nos enseñaba. Cuando Íbamos a la iglesia, prestábamos atención a lo que el sacerdote o el pastor nos decía. La misma dinámica funcionaba con mamá y papá, y con nuestros hermanos y hermanas. Todos intentaban captar nuestra atención. También aprendimos a captar la atención de otros seres humanos y desarrollamos una necesidad de atención que siempre acaba siendo muy competitiva. Los niños compiten por la atención de sus padres, sus profesores, sus amigos: «¡Mírame! ¡Mira lo que hago! ¡Eh, que estoy aquí!». La necesidad de atención se vuelve muy fuerte y continúa en la edad adulta. El sueño externo capta nuestra atención y nos enseña qué creer, empezando por la lengua que hablamos. El lenguaje es el código que utilizamos los seres humanos para comprendernos y comunicarnos. Cada letra, cada palabra de cada lengua, es un acuerdo. Llamamos a esto una página de un libro; la palabra página es un acuerdo que comprendemos. Una vez entendemos el código, nuestra atención queda atrapada y la energía se transfiere de una persona a otra. Tú no escogiste tu lengua, ni tu religión ni tus valores morales: ya estaban ahí antes de que nacieras. Nunca tuvimos la oportunidad de elegir qué creer y qué no creer. Nunca escogimos ni el más insignificante de estos acuerdos. Ni siquiera elegimos nuestro propio nombre. De niños no tuvimos la oportunidad de escoger nuestras creencias, pero estuvimos de acuerdo con la información que otros seres humanos nos transmitieron del sueño del planeta. La única forma de almacenar información es por acuerdo. El sueño externo capta nuestra atención, pero si no estamos de acuerdo, no almacenaremos esa información. Tan pronto como estamos de acuerdo con algo, nos lo creemos, y a eso lo llamamos «fe». Tener fe es creer incondicionalmente. Así es como aprendimos cuando éramos niños. Los niños creen todo lo que dicen los adultos. Estábamos de acuerdo con ellos, y nuestra fe era tan fuerte, que el sistema de creencias que se nos había transmitido controlaba totalmente el sueño de nuestra vida. No escogimos estas creencias, y aunque quizá nos rebelamos contra ellas, no éramos lo bastante fuertes para que nuestra rebelión triunfase. El resultado es que nos rendimos a las creencias mediante nuestro acuerdo. Llamo a este proceso «la domesticación de los seres humanos». A través de esta domesticación aprendemos a vivir y a soñar. En la domesticación humana, la información del sueño externo se transfiere al sueño interno y crea todo nuestro sistema de creencias. En primer lugar, al niño se le enseña el nombre de las cosas: mamá, papá, leche, botella... Día a día, en casa, en la escuela, en la iglesia y desde la televisión, 05 nos dicen cómo hemos de vivir, qué tipo de comportamiento es aceptable. El sueño extremo nos enseña cómo ser seres humanos. Tenemos todo un concepto de lo que es una «mujer» y de lo que es un «hombre». Y también aprendemos a juzgar: Nos juzgamos a nosotros mismos, juzgamos a otras personas, juzgamos a nuestros vecinos... Domesticamos a los niños de la misma manera en que domesticamos a un perro, un gato o cualquier otro animal. Para enseñar a un perro, lo castigamos y lo recompensamos. Adiestramos a nuestros niños, a quienes tanto queremos, de la misma forma en que adiestramos a cualquier animal doméstico: con un sistema de premios y castigos. Nos decían: «Eres un niño bueno», o: «Eres una niña buena», cuando hacíamos lo que mamá y papá querían que hiciéramos. Cuando no lo hacíamos, éramos «una niña mala» o «un niño malo». Cuando no acatábamos las reglas, nos castigaban; cuando las cumplíamos, nos premiaban. Nos castigaban y nos premiaban muchas veces al día. Pronto empezamos a tener miedo de ser castigados y también de no recibir la recompensa, es decir, la atención de nuestros padres o de otras personas como hermanos, profesores y amigos. Con el tiempo desarrollamos la necesidad de captar la atención de los demás para conseguir nuestra recompensa. Cuando recibíamos el premio nos sentíamos bien, y por ello, continuamos haciendo lo que los demás querían que hiciéramos. Debido a ese miedo a ser castigados y a no recibir la recompensa, empezamos a fingir que éramos lo que no éramos, con el único fin de complacer a los demás, de ser lo bastante buenos para otras personas. Empezamos a actuar para intentar complacer a mamá y a papá, a los profesores y a la iglesia. Fingimos ser lo que no éramos porque nos daba miedo que nos rechazaran. El miedo a ser rechazados se convirtió en el miedo a no ser lo bastante buenos. Al final, acabamos siendo alguien que no éramos. Nos convertimos en una copia de las creencias de mamá, las creencias de papá, las creencias de la sociedad y las creencias de la religión. En el proceso de domesticación, perdimos todas nuestras tendencias naturales. Y cuando fuimos lo bastante mayores para que nuestra mente lo comprendiera, aprendimos a decir que no.

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viernes, 21 de agosto de 2015

El potente ámbito financiero

por Jüri Lina
extráido de Arquitectos del engaño

Prestar dinero con interés fue condenado por los antiguos filósofos como Platón, Plutarco, Séneca y Cicerón. El dinero para ellos era algo muerto; una cosa muerta no te permite crecer. Aristóteles escribió en su obra "Política" (Libro Primero, parte X): "La ganancia más odiada y con mayor razón, es la usura, que obtiene un beneficio del dinero en sí y no de su objeto natural. El dinero estaba destinado a ser utilizado en el intercambio, pero no para aumentar a base de interés... Porqué de todas las maneras de conseguir una gran cantidad ésta es la más antinatural". Hasta finales de la Edad Media a los cristianos les estaba prohibido cobrar intereses. Cobrar intereses de un préstamo era el equivalente al asesinato y al robo. Más tarde, los que cobraban intereses eran tratados como herejes. Martin Luther dijo claramente: "¡Todos los usureros son ladrones y pertenecen a la horca!" Todos los que prestaban dinero a una tasa de interés del 5 o el 6 por ciento eran considerados unos falsarios. Durante la edad media sólo los judíos estaban autorizados a prestar dinero con interés. El Deuteronomio prohíbe a un judío cobrar interés a su hermano. Pero el goy (no judío) no era su hermano. Y para los judíos extremistas el saqueo no era desconocido. Para garantizar el normal desarrollo económico el rey de Babilonia capturaba a los ladrones de Israel que saqueaban y robaban a las caravanas en el desierto. Estos ladrones de caravanas vivían del trabajo y el esfuerzo de los demás. El filósofo esotérico sueco Henry T. Laurency resume el giro de los acontecimientos de la siguiente manera en su gran obra "La piedra filosofal" ("De vises sten", Skovde, 1.995, p. 249): "Los judíos eran una incivilizada tribu de pastores que en cierta medida vivían de los robos. Tenían un Dios tribal Jahwe que anhelaba sacrificios de sangre y vigilaba celosamente que otros dioses no recibieran ningún sacrificio. El exilio babilónico fue el primer contacto de los Israelitas con una filosofía más sensata y con cultura... a través de los datos históricos adquiridos y en parte a través de sus propias tradiciones orales se construyó una historia de los judíos. Los escritos de los profetas constituían sus propias revisiones de lo que habían estado sintiendo en cautividad." En la antigua Babilonia la tasa de interés legal era de un 30 por ciento en dinero y un 50 por ciento en grano. En Asiria no había ningún límite máximo para la tasa de interés. Los agricultores a menudo estaban tan profundamente endeudados que morían de hambre junto con sus familias. Esto llevó a la explotación despiadada del suelo. En la ciudad de Uruk en Babilonia vivían dos hermanos que prestaban dinero con interés. Cuando el prestatario ya no podría pagar su préstamo, perdía la casa y tenía que empezar a trabajar de forma gratuita para los hermanos. El esclavo podía ser prestado también a otros empresarios. Este es un ejemplo clásico de esclavitud económica. Hace casi 3.700 años el gobernante de Babilonia, Hammurabi (1.848-1805 a C), que era descendiente de la dinastía Amorita, prohibía a través de sus actos legales (que contienen 93 párrafos ) el cobro de interés sobre intereses, lo que significaba que el prestatario, además de los activos que le habían prestado, tenía que devolver la misma cantidad de bienes o dinero. Quien rompía la norma era severamente castigado, aunque muy pocos la respetaban. Los 282 Códigos de Hammurabi escritos en Acadiano se encontraron en 1.901 en las excavaciones de Susa en el antiguo Elam (el actual Irán). Hammurabi entendía que el interés sobre el interés comportaría una terrible carga económica que la gente no sería capaz de soportar. Por eso creía que era necesario castigar severamente la usura. La tasa de interés máxima permitida se estableció en un 20 por ciento. El comercio y la economía en general mejoró inmediatamente, aunque era difícil cumplir con la ley. Los Israelitas disfrutaban de la práctica de la usura y comenzaron a explotarla con entusiasmo. El Profeta Muhammad exigía que la usura fuera prohibida. Recomendó que el prestamista actuara como un inversor que quiere recibir parte de los beneficios. Si no hay ningún beneficio uno debe estar satisfecho con perder el dinero. El 133 a C el tribuno romano Tiberius Gracchus intentó reducir el poder de los cambistas a través de leyes más estrictas contra la usura limitando la propiedad de la tierra legal a un iugerum por familia. Fue asesinado el mismo año. El 48 a C Julio César privó a los cambistas del derecho de acuñar moneda y lo hizo él mismo. Con una mayor oferta de dinero fue capaz de levantar muchos edificios públicos. La gente de la calle adoraba a César por su contribución a que ganaran más dinero. Tras el asesinato de César, fue el final de la abundancia de dinero. La oferta monetaria se redujo un 90 por ciento. Los impuestos se pusieron por las nubes. Como resultado de ello la mayoría de la gente perdió sus tierras y sus hogares. La calumnia de César continúa todavía hoy. Jacques Attali, el historiador judío, académico y francmasón, que escribió el libro "Los judíos, el mundo y el dinero" (París, 2.001) declaró en la revista L'Express que los judíos habían inventado el capitalismo. Attali destacó: "Mi conclusión es que los judíos tienen toda la razón de estar orgullosos de esta parte de su historia". Los judíos masónicos, por lo tanto, querían adquirir tanta riqueza como les fuera posible para servir a sus demonios durante los siglos XIX y XX. Attali explica de la siguiente manera que los judíos se hicieran tan ricos: "Fue un desarrollo natural. Dentro del Islam hay el mismo tabú contra el préstamo y el interés como con los cristianos. Los judíos se encontraban entre los pocos que sabían leer y escribir. Consecuentemente eran los únicos capaces de organizar las operaciones de crédito que el comercio necesitaba en ese tiempo. Además los educados empresarios judíos eran la única red internacional de prestadores de dinero, comerciantes y cambistas." Durante los primeros trescientos años d C los judíos fueron las únicas personas en Europa que tenían derecho a prestar dinero. Attali tuvo que falsear la historia para que encajara con su tesis. Había mucha gente educada y altamente sofisticada que no tenía ninguna intención de hacerse rico mediante la usura. ¿Los judíos también deben estar orgullosos de que sus extremistas desarrollaran el capitalismo de estado - el comunismo, que ha recogido increíblemente tantas víctimas? El reformador religioso judío Johann Calvin (nacido Cauin, 1.509-1.564) de Suiza permitió el interés y el francmasón Enrique VIII de Inglaterra redujo las leyes contra la usura. Los cambistas una vez más eran capaces de afirmarse. La iglesia católica no cedió a la presión sobre los intereses hasta 1.745. El economista irlandés Margrit Kennedy señaló que un préstamo al 1 por ciento se duplica en 70 años. Un préstamo al 3% acumula el doble de interés en tan sólo 24 años. Un préstamo al 6% los dobla en 12 años y al 12% el importe se duplica en sólo seis años. Si alguien hubiera prestado un centavo e 1 d C y le hubiera cargado un 4 por ciento de intereses, en 1.750 podría haber comprado tanto oro como pesa toda la tierra. (Al cinco por ciento de interés le habría sido posible ya en el año 1.403.) En 1.990, hubiera podido comprar 12.246 pepitas de oro del tamaño de la tierra. Estos ejemplos extremos muestran como el interés perjudica locamente la economía de cada país.

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jueves, 20 de agosto de 2015

EL TRIGO, ese "veneno cotidiano" que arruina nuestra salud


de El confidencial

Hace unos años, el prestigioso cardiólogo norteamericano William Davis comenzó a sospechar de los perjuicios para la salud que provocaba el consumo de trigo y sus derivados. Entonces, comenzó a recomendar a aquellos pacientes que no notaban mejorías tras someterse a sus respectivos tratamientos farmacológicos, que suprimiesen este alimento de sus dietas. Los resultados obtenidos sorprendieron al propio Davis:
“El 70% de los pacientes experimentaron unos beneficios que ni yo mismo me imaginaba, más allá de una considerable pérdida de peso. En tan solo tres meses sus niveles de azúcar en sangre se redujeron notablemente, incluyendo muchos casos de diabéticos o prediabéticos que dejaron de serlo. Asimismo resultó que aliviaron otras de sus dolencias, como la artritis, la soriasis, la sinusitis crónica o la irritación intestinal”, asegura el cardiólogo.
Tras analizar con sus colegas las historias clínicas de los cientos de pacientes sometidos a este simple tratamiento dietético, Davis publicó un polémico ensayo, titulado Wheat Belly: Lose the Wheat, Lose the Weight, and Find your Path Back to Health (Rodale), en el que apoya sus conclusiones con una serie de estudios sobre los negativos efectos del trigo genéticamente modificado, en la salud de los humanos. La publicación ha levando una fuerte expectación entre el público, teniendo en cuenta de que se trata de un ensayo científico, y solo dos semanas después de su salida a la venta Wheat Belly se coló en la lista los libros más vendidos que elabora el diario New York Times.
Las rotundas tesis de Davis, en las que se relata mediante casos particulares los perniciosos efectos para la salud del consumo “del trigo moderno”, han obligado a los lobistas de la industria alimentaria a mover ficha. La Grain Food Fundation ha lanzado una campaña para desacreditar los argumentos del cardiólogo norteamericano, mientras que este les ha devuelto la pelota retándolos a un debate televisivo, aunque todavía no ha obtenido ninguna respuesta al respecto.

El cardiólogo norteamericano William Davis, autor del polémico ensayo 'Wheat Belly'.
“Para estar sano hay que comer sano”
En Wheat Belly Davis establece una relación directa entre el aumento del número de diabéticos y el consumo de cereales sometidos a modificaciones genéticas: “Dos rebanadas de pan integral aumentan más los niveles de azúcar en sangre que dos pasteles debido al alto índice glucémico del trigo que se cultiva hoy en día.
De este modo, estamos desarrollando una peligrosa resistencia a la insulina y, por ende, la diabetes está adquiriendo características de pandemia”. Según los cálculos de la OMS y otros organismos oficiales, en las próximas décadas el número de diabéticos rozará los 350 millones de personas en todo el mundo.
El consumo de trigo nos hace desarrollar una peligrosa resistencia a la insulina
Una de las mayores satisfacciones de las que hace gala Davis desde la implantación de este tratamiento estrella en su consulta de cardiología es que “los únicos ataques al corazón que veo ahora los sufren pacientes nuevos que no conocían la dieta”. Así, asegura que todas las personas con problemas cardíacos a las que trata “han dejado de sufrir ataques”, después de eliminar el trigo de sus dietas, limitar el consumo de carbohidratos, aumentar la ingesta de vitamina D y compaginar con suplementos de yodo.
El extenso recorrido de Davis por las historias clínicas de sus pacientes intenta demostrar que no hay mal que se resista a su tratamiento. “Sobre todo, las patologías modernas más en boga, como la diabetes..”.
Una cura milagrosa para casi todo tipo de enfermedades que hace desconfiar a buena parte de la comunidad médica. Sus reacciones han sido de recelo al señalar la falta de evidencias científicas en el libro. Unas acusaciones a las que Davis ha respondido exponiendo su propio caso:
“Mis niveles de colesterol en sangre antes de dejar de consumir trigo eran bajos (27 mg/dl), los triglicéridos eran muy altos (350 mg/dl), los niveles de azúcar en sangre rozaban la franja de la diabetes (161 mg/dl) y mi presión arterial era también alta. Todo esto, unido a mi sobrepeso, con una gran acumulación de grasa alrededor de la cintura. Sin embargo, cuando dejé de comer trigo experimenté una rápida reducción de peso, los valores de colesterol se elevaron a 63 mg/dl, los triglicéridos se redujeron a 50 mg/dl, el azúcar en sangre se estabilizó en 84 mg/dl y la presión arterial se situó en una franja normal. Todo ello sin tomar ni un solo fármaco.
“El agronegocio arruina nuestra salud”
La cruzada en solitario de Davis contra este alimento hace hincapié en que “el auge de patologías comunes anteriormente estabilizadas se debe al consumo de trigo”, al que se refiere a lo largo de su libro como el “veneno perfecto”.
Para el cardiólogo, el valor nutricional de los cereales siempre estuvo sobredimensionado, pero fue a raíz de los avances genéticos iniciados en la década de los 60 cuando “se convirtieron en perjudiciales para la salud”.
Según defiende este, ahora contienen una nueva proteína llamada gliadina que actúa como un opiáceo. Esta estimularía el apetito, dice, hasta el punto de que “nos hace consumir una media diaria de 440 calorías, por lo que si sumas esta cantidad a los 365 días que tiene un año, el sobrepeso será inevitable”.
Los diabéticos que eliminaron el maíz de su dieta superaron la enfermedad en tan solo tres meses
Pese a sus convicciones, el cardiólogo se muestra pesimista sobre la posibilidad de establecer algún tipo de limitación a la producción industrial del grano. “Económicamente no sería factible porque el trigo tradicional produce menos kilos por hectárea que el transgénico”. Sin embargo, apela a la concienciación de los consumidores para reducir su consumo. Para animar a dar este paso, Davis sugiere comer “alimentos de verdad”, como frutas, carnes, pescados y verduras. Es decir, “los menos susceptibles a sufrir modificaciones genéticas para engordar el agronegocio”, pues dice que el 90% del trigo ya es transgénico y que en pocos años supondrá el 100% de las cosechas.
En Wheat Belly, el médico no deja títere con cabeza al criticar también las lógicas que mueven a los nutricionistas y a los defensores de los alimentos ecológicos. “Todo lo que se propone es reemplazar la comida basura por otra menos mala. Esto es como si fumo cigarrillos sin filtro y me paso a otros que sí los tengan porque se consume menos nicotina.
Un error porque no dejamos de hacer daño a nuestra salud, simplemente aminoramos parcialmente sus efectos.
Lo que yo propongo es modificar radicalmente los hábitos alimenticios dejando de comer este tipo de productos y ya veremos cómo en un corto periodo de tiempo nuestra salud experimenta un beneficioso cambio”.
http://www.absolum.org/salud_trigo_veneno.htm