por Jüri Lina
extráido de Arquitectos del engaño
Prestar dinero con interés fue condenado por los antiguos filósofos como Platón, Plutarco, Séneca y
Cicerón. El dinero para ellos era algo muerto; una cosa muerta no te permite crecer. Aristóteles escribió en
su obra "Política" (Libro Primero, parte X): "La ganancia más odiada y con mayor razón, es la usura, que
obtiene un beneficio del dinero en sí y no de su objeto natural. El dinero estaba destinado a ser utilizado en
el intercambio, pero no para aumentar a base de interés... Porqué de todas las maneras de conseguir una gran
cantidad ésta es la más antinatural".
Hasta finales de la Edad Media a los cristianos les estaba prohibido cobrar intereses. Cobrar intereses
de un préstamo era el equivalente al asesinato y al robo. Más tarde, los que cobraban intereses eran tratados
como herejes.
Martin Luther dijo claramente: "¡Todos los usureros son ladrones y pertenecen a la horca!" Todos los
que prestaban dinero a una tasa de interés del 5 o el 6 por ciento eran considerados unos falsarios. Durante la
edad media sólo los judíos estaban autorizados a prestar dinero con interés. El Deuteronomio prohíbe a un
judío cobrar interés a su hermano. Pero el goy (no judío) no era su hermano. Y para los judíos extremistas el
saqueo no era desconocido.
Para garantizar el normal desarrollo económico el rey de Babilonia capturaba a los ladrones de Israel
que saqueaban y robaban a las caravanas en el desierto. Estos ladrones de caravanas vivían del trabajo y el
esfuerzo de los demás.
El filósofo esotérico sueco Henry T. Laurency resume el giro de los acontecimientos de la siguiente
manera en su gran obra "La piedra filosofal" ("De vises sten", Skovde, 1.995, p. 249):
"Los judíos eran una incivilizada tribu de pastores que en cierta medida vivían de los robos. Tenían
un Dios tribal Jahwe que anhelaba sacrificios de sangre y vigilaba celosamente que otros dioses no
recibieran ningún sacrificio. El exilio babilónico fue el primer contacto de los Israelitas con una filosofía
más sensata y con cultura... a través de los datos históricos adquiridos y en parte a través de sus propias
tradiciones orales se construyó una historia de los judíos. Los escritos de los profetas constituían sus propias
revisiones de lo que habían estado sintiendo en cautividad."
En la antigua Babilonia la tasa de interés legal era de un 30 por ciento en dinero y un 50 por ciento en
grano. En Asiria no había ningún límite máximo para la tasa de interés. Los agricultores a menudo estaban
tan profundamente endeudados que morían de hambre junto con sus familias. Esto llevó a la explotación
despiadada del suelo.
En la ciudad de Uruk en Babilonia vivían dos hermanos que prestaban dinero con interés. Cuando el
prestatario ya no podría pagar su préstamo, perdía la casa y tenía que empezar a trabajar de forma gratuita
para los hermanos. El esclavo podía ser prestado también a otros empresarios. Este es un ejemplo clásico de
esclavitud económica.
Hace casi 3.700 años el gobernante de Babilonia, Hammurabi (1.848-1805 a C), que era descendiente
de la dinastía Amorita, prohibía a través de sus actos legales (que contienen 93 párrafos ) el cobro de interés
sobre intereses, lo que significaba que el prestatario, además de los activos que le habían prestado, tenía que
devolver la misma cantidad de bienes o dinero. Quien rompía la norma era severamente castigado, aunque
muy pocos la respetaban. Los 282 Códigos de Hammurabi escritos en Acadiano se encontraron en 1.901 en
las excavaciones de Susa en el antiguo Elam (el actual Irán).
Hammurabi entendía que el interés sobre el interés comportaría una terrible carga económica que la
gente no sería capaz de soportar. Por eso creía que era necesario castigar severamente la usura. La tasa de
interés máxima permitida se estableció en un 20 por ciento. El comercio y la economía en general mejoró
inmediatamente, aunque era difícil cumplir con la ley. Los Israelitas disfrutaban de la práctica de la usura y
comenzaron a explotarla con entusiasmo.
El Profeta Muhammad exigía que la usura fuera prohibida. Recomendó que el prestamista actuara
como un inversor que quiere recibir parte de los beneficios. Si no hay ningún beneficio uno debe estar
satisfecho con perder el dinero.
El 133 a C el tribuno romano Tiberius Gracchus intentó reducir el poder de los cambistas a través de
leyes más estrictas contra la usura limitando la propiedad de la tierra legal a un iugerum por familia. Fue
asesinado el mismo año.
El 48 a C Julio César privó a los cambistas del derecho de acuñar moneda y lo hizo él mismo. Con
una mayor oferta de dinero fue capaz de levantar muchos edificios públicos. La gente de la calle adoraba a
César por su contribución a que ganaran más dinero. Tras el asesinato de César, fue el final de la abundancia
de dinero. La oferta monetaria se redujo un 90 por ciento. Los impuestos se pusieron por las nubes. Como
resultado de ello la mayoría de la gente perdió sus tierras y sus hogares. La calumnia de César continúa
todavía hoy.
Jacques Attali, el historiador judío, académico y francmasón, que escribió el libro "Los judíos, el
mundo y el dinero" (París, 2.001) declaró en la revista L'Express que los judíos habían inventado el
capitalismo. Attali destacó: "Mi conclusión es que los judíos tienen toda la razón de estar orgullosos de esta
parte de su historia".
Los judíos masónicos, por lo tanto, querían adquirir tanta riqueza como les fuera posible para servir a
sus demonios durante los siglos XIX y XX.
Attali explica de la siguiente manera que los judíos se hicieran tan ricos: "Fue un desarrollo natural.
Dentro del Islam hay el mismo tabú contra el préstamo y el interés como con los cristianos. Los judíos se
encontraban entre los pocos que sabían leer y escribir. Consecuentemente eran los únicos capaces de
organizar las operaciones de crédito que el comercio necesitaba en ese tiempo. Además los educados
empresarios judíos eran la única red internacional de prestadores de dinero, comerciantes y cambistas."
Durante los primeros trescientos años d C los judíos fueron las únicas personas en Europa que tenían
derecho a prestar dinero. Attali tuvo que falsear la historia para que encajara con su tesis. Había mucha gente
educada y altamente sofisticada que no tenía ninguna intención de hacerse rico mediante la usura. ¿Los
judíos también deben estar orgullosos de que sus extremistas desarrollaran el capitalismo de estado - el
comunismo, que ha recogido increíblemente tantas víctimas?
El reformador religioso judío Johann Calvin (nacido Cauin, 1.509-1.564) de Suiza permitió el interés
y el francmasón Enrique VIII de Inglaterra redujo las leyes contra la usura. Los cambistas una vez más eran
capaces de afirmarse.
La iglesia católica no cedió a la presión sobre los intereses hasta 1.745.
El economista irlandés Margrit Kennedy señaló que un préstamo al 1 por ciento se duplica en 70
años. Un préstamo al 3% acumula el doble de interés en tan sólo 24 años. Un préstamo al 6% los dobla en 12
años y al 12% el importe se duplica en sólo seis años.
Si alguien hubiera prestado un centavo e 1 d C y le hubiera cargado un 4 por ciento de intereses, en
1.750 podría haber comprado tanto oro como pesa toda la tierra. (Al cinco por ciento de interés le habría
sido posible ya en el año 1.403.) En 1.990, hubiera podido comprar 12.246 pepitas de oro del tamaño de la
tierra.
Estos ejemplos extremos muestran como el interés perjudica locamente la economía de cada país.
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