En esta hipótesis genética (paradigma biogénico) el petróleo y el gas natural se formarían a partir de la acumulación de organismos
(fósiles) en condiciones geoquímicas reductoras en las cuencas
sedimentarias continentales y de las plataformas oceánicas. Tanto es
así, que en el vocabulario común los hidrocarburos son denominados “combustibles fósiles”.
Las cuencas sedimentarias
son discontinuas ocupando menos de la mitad de las superficies
continentales y plataformas. El espesor de las secuencias sedimentarias
que en ellas están contenidas es de unos pocos kilómetros. Consecuentemente los volúmenes sedimentarios existentes efectivos están limitados a una capa superficial muy delgada (menos de 10 km) en un planeta que tiene un radio de 6.380 km. A su vez, sólo algunas cuencas contendrían depósitos de hidrocarburos y éstos estarían exclusivamente en ciertos estratos.
Basada en estas afirmaciones la teoría biogénica
sostiene que las existencias de crudos y gas natural son limitadas y
que su agotamiento es inminente. Debido a esta creencia se piensa que
los combustibles “fósiles” deben ser catalogados como “recursos no
renovables”. Los volúmenes relativamente “escasos”, el carácter “no renovable” de los depósitos y su función “imprescindible” a nivel mundial, explicarían y justificarían en gran medida el aumento constante de los precios.
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